
El otro día, ya terminadas mis vacaciones, tuve la oportunidad de sentarme en una hanging chair o silla colgante. ¡ La experiencia no podía haber sido mejor ¡ Me ha recordado a los divertidos columpios de mi infancia, dónde la sensación de tranquilidad, paz y libertad era plena.
Esta experiencia, me llevó a pensar en la magnifica aportación de los diseñadores daneses Nanna y Jorgen Ditzel con su Egg Chair y la Ball chair del finlandés Eero Aarnio, ambas diseñadas en los años 60. Estos iconos del diseño han introducido un nuevo concepto en la historia del mueble: las sillas que flotan en el aire.
Desde entonces, se han creado innumerables sillas en torno a este concepto. Un concepto que ya lleva más de 50 años en el mercado, pero que nos sigue fascinando y despertándonos mucha curiosidad.
Las sillas colgantes suelen estar asociados a espacios exteriores, como jardines y terrazas.
Incorporarlas al interior de la vivienda, no es lo habitual, ¿Pero porqué no hacerlo? Aportan un impactante valor decorativo, además invitan a la diversión, descanso y recogimiento.
Rattán, mimbre, sintéticos, acrílicos … Hoy en día puedes encontrarlas en diferentes materiales. Estas de la colección Zara Hanging Pod chair son preciosas, dan un aire romántico al espacio.
La habitación de los niños, es el lugar ideal. Las sillas colgantes se transforman en un verdadero juguete para los peques.
Si quieres dar un colorido al espacio, una buena opción es la tropicalia Cocoon de Patricia Urquiola para Moroso o las de Anthropologie.
Si buscas una decoración algo más sofisticada y sobria, apuesta por las hanging chair clásicas. Siempre se podrán colgar en algún rincón del salón creando un refugio para la lectura y descanso.
Para terminar, os dejo la imagen de la fascinante Hanging chair de Dedon – Nestrest. ¿A quién no le entra ganas de sentarse en una silla colgante?
Referencia fotografica: Dedon, Moroso, Ikea, Cush and Nooks, Anthropologie, Lonny magazine, Maffon Freeform